NARANJA

-¿De qué color soy?
-… (se droga)
-En serio, ¿de qué color me ves?
-…(y no comparte la mercancía)
-Dale, ya me dijeron de qué color me ven y quiero comprobar si piensas lo mismo. ¿De qué color soy?
-Mmm (en los brazos no tiene marcas de pinchazos, debe ser algo que ingiere vía oral), pues no lo sé, tendría que pensarlo.
-Pero dime un color.
-…plateado (me encantan los tenis plateados que suele usar, tienen toda la onda).
-Pues el amor de mi vida me dijo que me ve rosa. No un fucsia, un rosa bonito, claro.
-Ah! Pues vale (el amor de su vida debe ser su camello). Pero yo te veo más plateada…

Días después, previa ingesta de las drogas sutilmente mencionadas atrás, recapacito:
¿Y de qué color soy yo? Siempre pensé que era negra, aunque cuando lo digo la gente se echa a reír. Lo cierto es que sería rara: una negra pelirroja. Pero el mundo está lleno de rarezas. De todas formas, lo del color no se refiere al color corporal, de fuera, sino al espiritual, de dentro.

No tengo ni idea de de qué color soy. Como en estas cosas los espejos no sirven, pues no puedo verme los colores. Pero si pudiera elegir, sería naranja. Como los días naranjas, las ilusiones naranjas, las cartas escritas con letras naranjas y los deseos que se hacen realidad que son naranja, naranja.

(Y como Amélie, que es la más naranja de todas)

Y tú, ¿de qué color eres?